6 de mayo de 2015

MAURICE RIORDAN : "Eratóstenes y la circunferencia de la tierra"





En una época en que —imaginar el mundo
como una esfera suspendida del cielo— significaba
pertenecer a una secta, Eratóstenes calculó
la circunferencia de la Tierra: una cifra que sobreviviría
incendios y destrucciones, recesiones de varios
siglos, y que llegaría a Colón como un rumor
(si no lo hubiese creído nunca habría zarpado).

De algo debió servir que Eratóstenes fuese el Bibliotecario
de Alejandría, que Alejandría estuviese
en el delta del Nilo, que el Nilo fuese en línea recta
hacia el sur por la arena hasta llegar a Siena
donde —había leído el bibliotecario— a mitad del verano
el sol de mediodía no proyecta sombra alguna, sino que hunde su brillo
en el fondo del pozo, incendiándolo como una antorcha
—como si la naturaleza y la historia hubiesen creado
una vasta figura euclidiana, el Museion
(él mismo) en uno de sus puntos: la base
de un cálculo que extendió el mapa más allá
de lo que cualquier emperador pudiera imaginar, y que casi
fue verdad cuando se vio a la Tierra lentamente
girar en el espacio como una esfera de agua.

¿Adoraba Eratóstenes al sol y al río?
¿Temía al duende del pantano, al etéreo genio?
Cuando mirando desde el puerto veía al otro lado
la curvatura del agua, la inclinación del faro, cuando año tras año
al estirar y aceitar sus pergaminos, desdoblaba
sus desgastados teoremas, ¿solamente se preguntaba?
¿O veía en ellos la sombra de una firma?


MICHAEL DONAGHY . "Máquinas"





Querida, ten presente la forma en que se parecen:
Esta pavana al clavicémbalo de Purcell
Y la bici de doce velocidades del corredor.

La maquinaria de la gracia siempre es simple.
Este trapezoide cromado, una rueda conectada
a los engranajes concéntricos,
Qué Ptolomeo soñaba y Schwinn ha perfeccionado,
Ha pasado. El ciclista, no el ciclo, conduciendo.
Y tocando, los acordes de Purcell en sentido opuesto.

Así que en esta conversación, o pulsación, si estuviera allí,
debería manejar sin esfuerzo los artilugios del amor,
como en el cielo de Dante, fundiéndose en el aire.

Si no es así, desde luego, he caído. Tanta es la casualidad,
La agilidad, el deseo que los amantes,
Como los ciclistas y clavecinistas saben que

Sólo moviéndose se pueden equilibrar,
Sólo mediante el equilibrio del movimiento.


SIRKKA TURKKA - "Las estrellas de nuevo como una triste balada"





Las estrellas de nuevo como una triste balada, y por las noches
los perros afinan sus violines rotos.
No dejo que la pena se acerque,
no permito que se aproxime.
Mil metros de nieve sobre mi corazón.
Murmuro para mis adentros, en la calle
canto en voz alta.
A veces me veo, de paso, con un sombrero, pasto
del viento, con alguna idea torcida.
Hablo de la muerte, cuando me refiero a la vida. Ando con los papeles
desordenados, no tengo ninguna teoría, sólo un perro que blasfema.
Cuando pido alcohol, me ofrecen helado,
Puede que sea un español, la raya del pelo
baja, me delata:
Puede que no parezca de aquí.
Sudo, tratando de hablar, mientras
Tiemblo.
más que mi muerte, lamento mi nacimiento.
Y todo lo que pido
son mil metros de nieve sobre de mi corazón.


PHILIP LEVINE : "Ginebra"





La primera vez que bebí ginebra
pensé que debía ser tónico para el cabello.
Mi hermano birló la botella
a un tipo cuyo padre tuvo
un almacén que vendía bebidas alcohólicas
en aquella época antigua, honorable
en la que estas cosas eran consideradas
una droga. Tres de nosotros nos pasamos
la botella, cada trago aumentaba
nuestra incredulidad. ¿La gente paga
por esto? La gente debe conseguirla
de la misma forma que teníamos que conseguir
las mujeres que nunca tuvimos cerca.
(En realidad eran las niñas, pero
no importa, lo importante
era su impenetrabilidad).
Leo, el tercer pirado del grupo,
sugirió a mi hermano que tenía que haber
birlado whisky o brandy canadiense ,
pero Eddie defendió su elección
en base a las expresiones
"Casa de la Ginebra" y "Carril de la ginebra",
que indicaban la superioridad
de la ginebra en el mundo de la bebida,
un mundo en el que estábamos entrando sin
saber lo difícil
que podría ser la salida. Tal vez la felicidad
llegaría con la bebida
sólo después de un cierto período
de aprendizaje. Eddie la comparó
a la autoflagelación del hombre santo
para experimentar la plenitud de la fe.
(Estaba muy instruido para ser un chaval
de catorce años educado en la escuela pública)
Así que hicimos hueco y pasó la botella
una segunda y luego una tercera vez ,
en silencio cada uno de nosotros esperaba
alguna transformación . "Uno se acostumbra
a ella ", dijo Leo. " No le sacas
el gusto, pero te acostumbras a él"
Ahora sé que las neuronas
se fueron muriendo sin propósito terrenal,
que tres muchachos se estaban volviendo
cada vez más desespiritualizados
incluso cuando tenían en sí mismos
estos espíritus, pero entonces pensé
que estaba en el último reparto del mundo
con las estrellas de cine, que poco tiempo después
me estaría afeitando porque
el pelo brotaría
por la pradera plana
de mi pecho y se hundiría, incluso
en la ingle, que primero las niñas
y después las mujeres se sentirían atraídas
por mis encantos. Sorprendentemente, más tarde
sucedió algo de esto, pero
primero había que vaciar la botella,
y tres chicos
tenían que vaciarse de todo
lo que habían tomado tan dolorosamente
y por el medio aún más doloroso
de inclinarse por turnos sobre
la taza del inodoro
para cumplir su penitencia. A continuación
liar los cigarrillos, la inutilidad
de los programas garantizados
ejercicio, las mentiras elaboradas
de conquista que nadie se creía,
formas de tortura sexual y
de rechazo inimaginables. A continuación
nuestro cumpleaños decimoquinto,
acné, desodorantes, ladillas, ungüentos,
cortes de pelo masculinos, la solicitud de registro,
las victorias militares y políticas
de Dwight Eisenhower, que nos trajo a
Richard Nixon con la esposa y el perro.
Cualquier maravilla intentamos con la ginebra.


MURIEL RUKEYSER : "Balada de la Naranja y la Uva"





Después de terminar tu trabajo
de acabar tu jornada
de haber leído tu lectura
y escrito lo tuyo -
bajas a la calle hasta el puesto de perritos calientes,
a una manzana de aquí en la otra acera.
Una tarde sofocante en el Este de Harlem, en el siglo XX.

La mayoría de las ventanas están tapiadas,
las ratas huyen de un saco -
saliendo de un garaje de mala muerte
un Cadillac largo y brillante;
junto a la puerta de cristal del centro de drogadictos,
un hombre a quien le gustaría romperte la espalda.
Pero también hay una mujer morena con una niña vestida de rosa.

Salchichas, salchichas chisporrotean en la plancha
en la que se inclina el vendedor de perritos calientes
- en el mostrador no había nada más
que las dos máquinas de siempre,
la de zumo de uva, vacía, y la de naranja, vacía,
y yo frente a él entre los dos aparatos.
Un muchacho negro llega, mira los perritos calientes, y sigue su camino.

Miro al hombre que está de pie y echa
como de costumbre
el líquido de color púrpura brillante donde dice NARANJA
el de color anaranjado donde dice UVA,
el zumo de uva en la máquina de NARANJA
y el zumo de naranja en la de la UVA.
Sólo una palabra grande y clara, inconfundible, en cada máquina.

Le pregunto: ¿Cómo podemos seguir leyendo
y encontrar sentido a lo que leemos? -
¿Cómo pueden escribir y creer lo que escriben,
los jóvenes de la acera de enfrente,
si usted echa uva en NARANJA
y naranja donde dice UVA -?
(¿Cómo vamos a creer lo que leemos y escribimos y oímos, lo que decimos y lo que hacemos?)

Mira a las dos máquinas y sonríe
se encoge de hombros sonríe y sigue echando.
Podría ser violencia y no violencia
podria ser hombre y mujer blanco y negro
podria ser guerra y paz o cualquier
sistema binario, amor y odio, enemigo, amigo.
Sí y no, ser y no ser, lo que hacemos y lo que no hacemos.

En una esquina en el este de Harlem
basura, lectura, una gran sonrisa, violación,
olvido, una calle de crimen,
miseria, esperanza marchita,
un hombre sigue echando uva en NARANJA
y naranja donde dice UVA,
echando naranja en UVA y uva en NARANJA siempre.


WISLAWA SZYMBORSKA : Collages








28 de abril de 2015

ANNE MICHAELS : "Buceadores de la piel"





Bajo la carpa
de las estrellas, vacas
a la deriva, sus vientres cepillando
la hierba alta, listos para un copioso
festín. Tierras bajas que centellean como mica
bajo la luna. La luz de las estrellas
nos empapa los zapatos.
La pradera de algas marinas se inclina suplicante, el mismo
campo de arpillera que en invierno cruje con la helada
es salpicado por el pincel negro
de los cuervos. Gélidos diamantes de las cintas de la reina Ana.

Porque se siente amada, la luna permite que nuestros ojos
la sigan por el sembrado, pisando
su ropa, seda reluciente
esparcida por los surcos. Sintiéndose amada, la luna desea
que la miren, nadando
toda la noche por el río.

Llama a través de los estores,
extiende una tira blanca por el pasillo a oscuras,
alcanza un vaso de la mesa.
Vigila la fortaleza del sueño.
Como la luna, quiero tocar espacios
sólo con la mirada. Contarte
cosas nuevas a las tres de la mañana, cuando nos
despierta la lluvia o una preocupación, o adelgazándonos por
los juncos del sueño, emergemos en la piel. En esta habitación
donde tantas cosas han ocurrido, donde el amor
es ese tintineo de los botones al deslizarse tu camisa
al suelo, el sonido de la calderilla;
un libro entreabierto, ropa
entreabierta. Sentimos de nuevo
cómo se transparenta la superficie
del cuerpo empujado ante la puerta
del mundo. Para leer lo que hay dentro
nos alzamos el uno al otro
hacia la luz. Recogemos
a todos los que amamos o deseamos
perder de vista, los llevamos
a cada pradera nocturna y nos sentamos con ellos
mientras las vacas se demoran como barcos
que apenas se mueven en la distancia.
La lluvia goteando desde la lona de las estrellas.

Pulido por el agua, el cuerpo recuerda
como una planicie inundada, anegado de sensibilidad,
ganando terreno en la bajamar.
Terrazas de la memoria, lisas como deltas verdes.
O arrecifes y cordilleras
plegando el mundo hasta el hueso.
La luna palpa el significado
de las cosas con sus dedos ciegos,
luego nos devuelve al cerúleo
aluminio de los amaneceres. La noche,
una carretera apuntando al este.
Su hermana, la memoria, revuelve en el armario empotrado
buscando ropa que conserve la silueta de alguien.
Se frota las manos en el delantal
manchado de infancia, un olor familiar
en el pelo; traquetea con ollas y cacerolas
en la cocina circadiana.
Mientras, en la habitación de una pradera nocturna,
la luna se desviste; su salto de cama
flora eternamente a ras de suelo.
La memoria se demora por el césped de las fincas,
se mueve lentamente por la hierba húmeda, cargada
de instantes atrapados en su red nocturna, en el éter
reluciente de su falta. El aire se aviva,
la memoria alza la cabeza y casi
desaparezco. Alzas la vista, una mirada que siento
por todas partes, la lengua de una mirada,
y el amor esta pradera nocturna, la sombra de la mañana
de nuestras voces, el papel carbón púrpura
de esta oscuridad plomiza. Pesa la memoria con la joyería
de esta lluvia, pesa su falda con los brotes de mercurio
congelados que adornan las ramas,
mientras avanza oímos el castañeteo
de esos huesos tan bellos. Entonces, el amor,
tan alejado del cuerpo, se alcanza sólo
por vía del cuerpo. El tiempo es el alambique
que transforma lo conocido
en misterio. En aire,
en la mancha púrpura de la dulzura.
El laburno, el iris silvestre, los abedules tan espesos
que resplandecen por la noche, olores que nos alcanzan
por todas partes; la alquimia que nos mantiene
tan felices tumbados en el suelo, incluso si no abarcamos
nada, nada: el evasivo
troque de los pájaros. Nunca tomaremos velocidad
de crucero, más bien nos hundiremos en el húmedo
firmamento, aprenderemos a permanecer en el fondo,
respirando por la piel.
Con membranas de plata, en ríos
color de lluvia. Bajo el agua, bajo la piel;
con arcanas aletas transparentes.

Esta noche la luna deambula descalza,
deja atrás medias de seda
como jirones de río.
Las pisadas del verano en nuestros brazos y piernas
palmeando húmedos
de lodo y algas.

Rodamos desde el borde al fondo de la pradera,
nos levantamos bajo la lluvia
de nuestra silueta en la hierba húmeda.
Nadadores nocturnos, buceadores de la piel.





JORGE TEILLIER : "Paisaje clínica"





Ha llegado el tiempo
En que los poetas residentes
Escriban acrósticos
A las hermanas de los maníaco-depresivos
Y a las telefonistas.
Los alcohólicos en receso
Miran el primer volantín
Elevado por el joven psicópata.
Sólo un loco rematado
Descendiente de alemanes
Tiene permiso para ir a comprar "El Mercurio".
Tratemos de descifrar
Los mensajes clandestinos
Que una bandada de tordos
Viene a transmitir a los almendros
Que traspasan los alambres de púa.
William Gray, marino escocés,
Pasado su quinto delirium
Nos dice que fue peor el que sufrió en el Golfo Pérsico
Y recita a Robert Burns
Mientras el "Clanmore", su barco, ya está en Tocopilla.
Ha llegado el tiempo
En que de nuevo se obedece a las campanas
Y es bueno comprar coca-cola
A los Hermanos Hospitalarios.
El Pintor no cree
En los tréboles de cuatro hojas
Y planea su próximo suicidio
Heborizando entre yuyos donde espera hallar cannabis
Para enviarla como tarjeta de Pascua
A los parientes que lo encerraron.
Los caballos aran preparando el barbecho.
En labor-terapia
Los mongólicos comen envases de clorpromazina.
Saludo a los amigos muertos de cirrosis
Que me alargan la punta florida de las yemas
De la avenida de los ciruelos.
La Virgen del Carmen
Con su sonrisa de yeso azul
Contempla a su ahijado
Que con los nudillos rotos
Dormita al sol atiborrado de Valium 10.
(En el Reino de los Cielos
Todos los médicos serán dados de baja).
Aquí por fin puedes tener
Un calendario con todos los días
Marcados de rojo
O de blanco.
Es la hora de dormir -oh abandonado-
Que junto al inevitable crucifijo de la cabecera
Velen por nosotros
Nuestra Señora la Apomorfina
Nuestro Señor el Antabus
El Mogadón, el Pentotal, el Electroshock.


24 de abril de 2015

PAULO LEMINSKI : "Tres mitades"





Medio día
un día y medio
mediodía, medianoche,
mitad de este poema
no sale en la fotografía,
mitad, mitad se fue.

Pero he aquí que la tercera mitad,
aquella que es menos dosis
de matemática verdad
que puñetazo, tiro, o coz,
va y viene como cosa
de o, de ni, o de casi.

Como si se tuviese
mitades que no combinan,
tres partes, destempestades,
tres veces o veces tres,
como si casi, existiendo,
sólo nos faltase el tal vez.



PAULO LEMINSKI : "Lo que pasó, ¿pasó?"




Antiguamente, se moría.
1907, digamos, eso sí
que era morir.
Moría gente todo el día,
y moría con mucho placer,
ya que todo el mundo sabía
que el Juicio, al final, vendría,
y todo el mundo iba a renacer.
Se moría prácticamente de todo.
De enfermedad, de parto, de tos.
E incluso se moría de amor,
como si amar muerte fuese.
Para morir, bastaba un susto,
un pañuelo al viento, un suspiro y ya,
allá se iba nuestro difunto
para la tierra de los pies juntos.
Cumpleaños, casamiento, bautismo,
morir era un tipo de fiesta,
una de las cosas de la vida,
cómo ser o no ser invitado.
El escándalo era costumbre.
Pero los daños eran pequeños.
Descansó. Se fue. Dios lo tenga.
Siempre alguien tenía alguna frase
que dejaba todo más o menos.
Había cosas que mataban de una.
Pepino con leche, ventarrón,
maldición de vieja y amor mal curado.
Había cosas por las que morir,
había cosas por las que matar.
El honor, la tierra y la sangre
mandó mucha gente paquel lugar.
¿Qué más podía hacer un viejo,
allá por 1916,
a no ser agarrarse una neumonía,
dejar todo para los hijos
y convertirse en fotografía?
Nadie vivía para siempre.
Al final, la vida es upa.
No dio para ir más allá.
Pero nadie tiene la culpa.
¿Quién ordenó no ser devoto
de San Ignacio de Acapulco,
Niño Jesús de Praga?
El diablo anda suelto.
Aquí se hace, aquí se paga.
Almorzó y se afeitó,
se bañó y se fue por ahí.
No hay que reclamar.
Ahora, vamos al testamento.
Hoy, la muerte está difícil.
Hay recursos, hay asilos, hay remedios.
Ahora, la muerte tiene límites.
Y, en caso de necesidad,
la ciencia de la eternidad
inventó la criónica.
Hoy, sí, che, la vida es crónica.
 
 

PAULO LEMINSKI : "El viejo león y natalia en coyoacán"





esta vez no habrá nieve como en petrogrado aquel día
el cielo va a estar limpio y el sol brillando
tu durmiendo y yo soñando

ni sacos ni cosacos como en petrogrado aquel día
solo tu desnuda y yo como nací
yo durmiendo y tu soñando

no van a haber más multitudes como en petrogrado aquel día
silencio nuestros dos murmullos azules
yo y tu durmiendo y soñando

nunca va a haber un día como en petrogrado aquel día
nada como un día yendo tras de otro llegando
tu y yo soñando y durmiendo



PAULO LEMINSKI de "Toda poesía"


un día de éstos quiero ser
un gran poeta inglés
del siglo pasado
decir
el cielo el mar el clan el destino
luchar en la india en 1866
y hundirme en un naufragio clandestino



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una carta una brasa a través
por dentro del texto
nube llena de la lluvia mía
cruza el desierto por mí
la montaña camina
el mar entre los dos
una sílaba un sollozo
un sí un no un ay
señales diciéndonos
cuando no estamos más



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objeto
de mi más desesperado deseo
no sea aquello
por quien ardo y no veo

sea la estrella que me besa
oriente que me rija
azul amor belleza

haga cualquier cosa
pero por el amor de dios
o de nosotros dos
sea


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no fuese eso
y era menos
no fuese tanto
y era casi



23 de abril de 2015

ALEKSANDR BLOK : "Oh, primavera inabordable y sin final"




Oh, primavera inabordable y sin final,
Inabordable y sin final como los sueños.
Te reconozco, vida. Te asumo.
Y bajo el tintineo de broqueles te saludo.

Yo te acojo, mala suerte,
Y doy mi bienvenida a los aciertos
Pues no hay nada oprobioso en los encantados
Paisajes del llanto, ni en el misterio de la ventana,

Asumo las discusiones que desvelan
La madrugada en las oscuras cortinas de la ventana,
Para que la encantadora primavera
Excite mis miradas dilatadas.

Asumo las aldeas desérticas
Y los pozos de las ciudades terrenales,
La diáfana extensión de los cielos
y la candidez de los trabajos serviles.
Yo salgo, vida, a tu encuentro en el umbral
Con los cabellos rizados por el viento impetuoso
Y el enigmático nombre de Dios
En los labios fríos y apretados...

Ante la hostilidad de este encuentro
Siempre me defiendo,
Tú nunca eres accesible
¡Y el sueño embriagador se nos escapa!

Y miro y sospecho esta hostilidad,
Odiando, maldiciendo y amando:
Por el suplicio, por la muerte,
Pero de todas formas yo te asumo, vida!


24 de octubre de 1907


ALEKSANDR BLOK : "Los poetas"





En las afueras de la ciudad crece solitario un barrio
Sobre una tierra movediza y pantanosa.
Allí viven los poetas y se saludan
Unos a otros con una sonrisa arrogante.

El día se levanta inútil y radiante
Sobre este triste pantano:
Sus habitantes lo dedican al vino
Y al trabajo arduo y persistente.

Cuando se emborrachan se juran amistad,
Conversan cínica y despiadadamente
Hasta el amanecer. Luego, entregados a su pasión
Trabajan cual necios sin remedio.

De pronto, salen a rastras de sus buhardillas
Para mirar cómo arde el mar entre la tarde:
Con los ojos abiertos quedan cautivados
Por las trenzas doradas de las muchachas que pasan.


Enternecidos sueñan el Siglo de Oro,
Amigablemente riñen a sus editores
Y lloran con amargura sobre una florecilla
O sobre alguna nubecilla perlada

¡Así viven los poetas, amigo lector!
Quizás tú pienses que todo esto sea peor
Que tus diarios débiles y vanos esfuerzos,
Que tu charco pequeño burgués.

No, querido lector, mi crítico ciego
Por lo menos los poetas tienen
Sus musas sus nubecillas, su Siglo de Oro,
¡Todo lo que para ti es inaccesible...!

Tú estas a gusto contigo mismo, con tu esposa,
Con tu vida reducida,
Pero los poetas sufren de dipsomanía mundial
Y para ellos es poco una vida así.

No importa que mueran, como perros, tras la valla
O que la vida los haya enlodado.
Creen que algún Dios los trajo aquí
Para que besaran la ventisca y la nieve...

24 de julio de 1908


ALEKSANDR BLOK : "La bruma nocturna"






La bruma nocturna me sorprendió en el camino.
Tras la espesura la luna lanzó su mirada.
El caballo fatigado daba inquietos golpes con las pezuñas;
tranquilo de día, extrañaba la noche.
Sombrío, inmóvil, soñoliento,
el conocido bosque me aterraba
y hacia el claro plateado por la luna
dirigí el paso del caballo resoplante.
Se extiende en la lejanía la neblina del pantano,
pero de plata fulgura la iglesia de la colina.
Y detrás de la colina del bosquecillo del valle,
en la oscuridad se oculta mi casa.
El caballo fatigado acelera el paso hacia su destino.
Centellean las luces de un pueblo extraño.
A la orilla del camino prenden en rojo
las hogueras de los pastores, como faros.



ALEKSANDR BLOK : "Hoy no recuerdo lo que ayer pasó"




Hoy no recuerdo lo que ayer pasó
En la madrugada olvido lo de la tarde anterior
En los días blancos extravío el fuego
Y en las noches ya no evoco los días.

Pero, ante la muerte, en la hora decisiva,
Todos los días, y noches nos pasan por la mente
Y entonces ,-en el bochorno, en la estrechez-
Es sumamente doloroso soñar
En todo lo hermoso que se fue.
Deseas levantarte y no puedes
Es de noche.


3 de febrero de 1909


ALEKSANDR BLOK : "El viento irrumpe, aúlla la nieve"




El viento irrumpe, aúlla la nieve,
Y en la memoria por un instante resurge
Aquel lugar, aquella orilla lejana...
Las flores débiles bajo la escarcha se marchitaron...

Y mis antiguas afecciones
Susurran como la hierba seca...
Es de noche. Y en la noche, por un sendero tupido
Voy hacia el abismo cubierto de nieve...

La noche, el bosque y la nieve. Y yo llevo
El peso odioso de los recuerdos...
De pronto, allá, se divisa una casita en un claro
Y una muchacha canta en el bosque.


6 de enero de 1912


ALEKSANDR BLOK - "Acepto todo lo que hubo"





Acepto todo lo que hubo
Nunca busqué mejor suerte.
Acaso hay algo mejor que haber amado
Algo mejor que haber ardido!

La felicidad y los sufrimientos
Impusieron sus huellas amargas,
Pero yo no desperdicié la antigua luz
En tempestades pasionales, ni en el tedio sin límites.

Y tú, a quien yo de nuevo he desgarrado
Debes perdonarme. Sé que nuestro destino es estar juntos.
Todo lo que no me has dicho con palabras
En tu semblante lo he adivinado.

Los ojos miran atentos
Y el corazón inquieto golpea en el pecho,
Continuando su camino ineluctable
En la fría oscuridad de la noche nevada.



VLADISLAV JODASEVICH : "En la ciudad por la noche"




En la ciudad por la noche
el silencio se forma
del ladrido de un perro,
del olor de las hojas mojadas
y del crujido lejano de los trenes de carga.
Es tarde. Mi hija duerme,
con su cabeza sobre el mantel
cerca del samovar frío.
¡Pobre niña! No tiene madre.
Es hora de tomarla en mis brazos
y llevarla a la cama,
pero no me muevo,
ni siquiera fumo,
para no quebrar el silencio,
y también porque
soy poeta.
Esto significa que en realidad
no existen ni el samovar, ni mi hija,
solo tengo una inmensa perplejidad
que se llama: "mundo".
Y el mundo me quita todo el tiempo.


VLADISLAV JODASEVICH - "El crepúsculo"




La nieve se amontonó. Todo se calma, enmudece.
Una casa desierta se extiende a lo largo del callejón.
Una persona camina. Apuñalarla con el cuchillo.
Se arrimará a la cerca y no dirá nada.
Después se inclinará y se acostará cara abajo.
La respiración nívea del viento
y la niebla apenas perceptible de la tarde,
precursores de la tranquilidad hermosa
girarán alrededor de él con ligereza.
Las personas acudirán corriendo como hormigas negras,
de las calles, de los patios, y se detendrán entre nosotros.
Preguntarán por qué y cómo lo maté,
y nadie comprenderá cuánto lo he querido.
 
 

ALEKSANDR KUSHNER de "Apollo in the snow"




¡No ser amado! ¡Dios mío!
¡Qué felicidad es ser un infeliz!
Caminar bajo la lluviecita a casa
con el rostro enrojecido y ausente.

Qué tortura el paraíso
de estar sentado con el labio mordido,
morir diez veces al día
y hablar consigo mismo.

¡Qué vida, volverse loco
y como una sombra andar por la habitación!
La alegría de aguardar una carta
durante meses, y que no llegue.

Quién dijo que el mundo se rinde a nuestros pies,
envuelto en lágrimas y conforme?
Es indiferente y cruel,
de verdad, hermoso.

¿Qué haré con mi dolor?
Dormir. Que la noche cubra mi cabeza.
Si no estuviera feliz con él,
dejaría de amarlo.

RAINER MARIA RILKE : "Elegía a Marina Tsvetáieva"




¡Oh lo que se pierde en el espacio sideral, los astros que caen,
   Marina!
Adonde nos arrojemos, sea la estrella que sea,
No la acrecentamos. El conjunto está siempre contado.
Así, el que no se viene abajo tampoco merma la cifra sagrada.
El que cae renunciando, cae al origen y sana.
Entonces ¿es todo un juego, trueque de lo idéntico, desplazamiento,
No hay nombre alguno, ni espacio para íntima ganancia?
¡Olas, Marina, somos mar! ¡Honduras, Marina, somos cielo!
Tierra, Marina, somos tierra, somos mil veces primavera, como
   Alondras
Que una canción fugitiva arroja a la invisibilidad.
Lo empezamos con júbilo, y enseguida nos sobrepasa del todo;
De pronto, nuestro peso doblega el canto y lo convierte en queja.
Pero ¿y la queja? ¿No será júbilo más joven, hacia abajo?
También los dioses de abajo quieren alabanzas, Marina.
Los dioses, candidos, esperan alabanza, como escolares.
Alabemos, querida, derrochemos loores.
Nada nos pertenece. Rodeamos un poco con la mano los cuellos
De flores intactas. Lo vi junto al Nilo, en Kôm-Ombo.
Así, Marina, hacen la ofrenda los reyes, renunciando ellos
   Mismos.
Como los ángeles pasan marcando las puertas de los que han
   De salvarse,
Así rozamos nosotros esto y aquello, lo que se nos antoja sutil.
Ah, qué lejos transportados, ah, qué distraídos, Marina,
Con el pretexto más nimio. Hacemos señales, nada más.
Este silencioso comercio, cuando uno de nosotros
No aguanta más y se decide a echar mano,
Se venga y mata. Pues, por su contención y su sutileza,
Ya habíamos notado su poder letal, y también
Por la extraña fuerza que nos torna de vivientes
En superviviente. No ser. ¿Recuerdas cuántas veces
Una orden ciega nos llevó por la antesala helada
De un nuevo nacimiento? ¿Nos llevaba? No, a un cuerpo hecho
   De ojos,
Negándose bajo intocables párpados. Llevaba el corazón, derrotado
   En nosotros, de una estirpe entera. Adonde van las aves
   Migratorias
Llevaba al grupo, imagen de nuestra flotante mudanza.
Los que aman no deberían; Marina, no deben
Saber tanto de la decadencia. Deben ser como nuevos.
Sólo su tumba es vieja, sólo su tumba se acuerda, oscurecida
Bajo el árbol sollozante, se acuerda de lo eterno.
Sólo su tumba se quiebra; ellos son flexibles como varas;
Lo que los dobla en exceso, los torna en bella corona.
¿Cómo se van en alas del viento de mayo! Del centro de Siempre
En el que tú respiras e intuyes, los excluye el momento.
(Oh cómo te entiendo, flor femenina del mismo
Arbusto imperecedero. Cómo me avento al aire de la noche,
Que a no tardar te rozará.) Pronto aprendieron los dioses
A fingir mitades. Nosotros, presos en la órbita,
Nos llenamos hasta formar un todo, como un disco lunar.
Tampoco en el tiempo menguante, tampoco en las semanas
   Del cambio
Nadie nos ayudará más a alcanzar la plenitud, nadie sino
Nuestro propio paso solitario sobre el paisaje insomne.